Una de las cosas que más agradezco en este momento de crisis, de encierro, es tener dos hijos. Puede ser una situación más complicada, más factores jugando en la organización y más estrés, mas actividades que inventar. Pero tiene la enorme ventaja de permitir que haya aún ese contacto infantil que tanto les alivia el día a día.
Entre peleas, besos y abrazos, siguen apendiendo a saber comportarse en sociedad, a dialogar, a negociar. Tener por lo menos un hermanito/a en esta situación es una joya, un escape del contacto con adultos (en caso de que estos tengan tiempo para los niños) en donde las reglas y los horarios rigen el comportamiento.
Para nosotros como papás es evidentemente más agotador, pero cuando juegan, se acompañan, comparten y ríen juntos hacen que la casa se llene de vida, de alegría, de colores.
Nos sorprendemos, esposo y yo, llevando mucho mejor esta crisis de lo que pensabamos. Aún cuando es permitido (no deseado) volver a la oficina, creemos que trabajar desde casa, juntos, nos ha acercado muchísimo, no sólo físicamente, sino también en la manera de tratarnos, nos ha dado más paciencia. Qué bien que de las cosas malas, salgan algunas buenas.