A pesar de que en muchos países, ha sido muy común el establecimiento de clases virtuales para niños de colegio, nosotros viviendo en un pueblo y con un niño de primera clase de primaria, no habíamos tenido un contacto tan cercano.
Esta semana, después de que se haber terminado las vacaciones de semana santa, han llegado nuevos deberes para los niños y como novedad, una conexión con la profesora y los niños del curso un par de veces a la semana.
La emoción de mi hijo se evidenciaba especialmente un par de horas antes de la primera cita esperada. Al ayudar a conectarse me invadió un sentimiento enorme de tristeza, de ver a esos pequeñitos frente a una pantalla, viendo como sus amiguitos los saludaban, pero no querían verlos así, querían salir a correr con ellos, tomar la merienda con ellos, abrazarse.
El sentimiento se mezcló también con la enorme ternura que inspiran niños de 6 o 7 años que no saben bien como funciona esta tecnología, no saben cómo hablar, les cuesta expresarse igual que cuando tienen a las personas frente a frente. La profesora hizo lo mejor que pudo, les preguntó cómo estaban, como se sentían, les leyó, imagino que con el corazón un poco roto. Seguramente muchos padres también lo sintieron así.
En esta situación hay muchos héroes y sin duda los niños hacen parte de ese grupo. 💖